jueves, 30 de julio de 2015

El cielo de los arquitectos

¿Alguna vez han pensado como sería el cielo? Me refiero al cielo espiritual, no al de los pájaros, los aviones, las nubes, los planetas, ... Supongo que cada religión tendrá su cielo particular, con su Dios particular y sus santos particulares, pero en definitiva comparten una misma idea, la de un lugar, particular, destinado al eterno descanso.
 
Pero... ¿y el cielo de los arquitectos? ¿Cómo sería ese cielo espacialmente? Si... ,los arquitectos tenemos que tener algún cielo reservado para nosotros, ¿O acaso no lo tienen los perros? Cuando era niño y visitaba algún amigo o familiar que tenía perro y había fallecido siempre me decían lo mismo:
 
-"¿Donde está Lasssie, Pluto, Toby, Pongo, etc.?
 
- Mi niño, se ha ido de viaje al cielo de los perritos."
 
Pues si los perritos tiene cielo, los arquitectos tenemos que tener uno joder.
 
Nuestra imaginación nos puede llevar a innumerables y diferentes "cielos arquitectónicos", a infinitos diría yo. Como es imposible saber cual sería la imagen que tenemos cada uno de ese cielo, expondré la mía, muy personal, que puede coincidir o no con la que tienen en mente.
 
Una vez estiremos la pata (esperemos que sea mas tarde que pronto), todos los arquitectos deberíamos de ser enterrados en el "cementerio del bosque" de Estocolmo, de los arquitectos Lewerwntz y Asplund, y con su ceremonia correspondiente en la "capilla del bosque", como no podía ser de otra manera.  Si nos ponemos tontos se podría celebrar también en la "Iglesia del Agua", en Hokkaido (japón), de Tadao Ando. Este si que sería un entierro guapo.
 
 
 
A partir de aquí lo primero que me viene a la mente es la famosa luz blanca, la que se supone que nos guía en el camino hacia el cielo... para entendernos,  la que ve Patrick Swayce en Ghost. Yo me imagino que esa luz se transforma o da paso a la escalinata de la Plaza de España de Roma, de los arquitectos Alessandro Specchi y Francesco de Santis. La escalera más famosa y glamurosa del mundo tiene que estar en el cielo de los arquitectos, o no. Sería como una invitación a ascender a un lugar fantástico y maravilloso.
 
Al final de esa escalera debería existir un edificio en donde se hiciese una criba, es decir, un lugar en donde se compruebe que tienes tu plaza asignada, que has sido un buen arquitecto, que has utilizado el hormigón visto, que te has leído "El manantial" de Ayn Rand, ...y que no has visitado a un cliente vestido como un cuervo. A esos, a los que van siempre de negro, si por mi fuera, directos al infierno de los arquitectos.
 
Este edificio, en donde se comprobaría tu acceso, podría ser perfectamente la pirámide del museo del Louvre en Paris, de Ieoh Ming Pei  o el Centro Cultural Jean-Marie Tjbaou, de Renzo Piano. Son los primeros que me vienen a la cabeza, diferentes a los que tu tienes seguramente.
 
 
 
Una vez pasamos la criba, que seguro la pasaremos todos porque antes que arquitectos somos buena gente, me imagino atravesando un camino o un bosque en donde, a modo de película, aparecen ante ti las imágenes mas representativas de tu vida profesional: tu primera entrega con su primera corrección, tu proyecto estrella, aquel cliente que nunca te pagó, la ampliación de la casa de tu cuñado, ... que bonito todo ¿Verdad?
 
Aun con lágrimas en los ojos llegaríamos al final del camino, donde comenzaría una ciudad diferente a la que estamos acostumbrados a transitar. Una ciudad utópica con amplias avenidas y jardines, donde el trazado de las calles es completamente poligonal, con una papelería técnica abierta las 24 horas en cada esquina y con cafeterías, por supuesto, que en el cielo se tiene que beber también café, y del bueno. Sería como dar un paseo por nuestra Chandigarh particular.
 
De todos los edificios que conforman el entramado urbano sobresaldría uno, alto, imponente, diferente a los demás, un rascacielos porque no, un edificio que nos llame, al que dirigirnos para que nos indiquen que hacer, donde vamos a pasar el resto de nuestra eternidad. No se en el cielo de los demás arquitectos, desde luego en el mío, ese edificio no sería otro que el edificio Chrysler de Manhattan, de William Van Alen.
 
 
Es allí donde nos encontraríamos con el arquitecto jefe, con nuestro Dios, el ser supremo, el mandamás, el p... amo, un tipo Le Corbusier por ejemplo. Y es allí donde tendríamos que rendir cuentas, explicar que tipo de arquitecto hemos sido, cuales han sido nuestras influencias, nuestros trabajos más destacados, si alguna vez hemos colocado balaustres en las escaleras, si aquel certificado de eficiencia energética lo hiciste sin visitar el inmueble, si pudiste cobrar tu último final de obra,... en definitiva un paseo por lo que ha sido nuestra profesión.
 
Al terminar, y como es el cielo y en el cielo todo es fantástico y maravilloso, el Dios Supremo nos daría a elegir donde pasar el resto de la vida eterna y es entonces cuando tenemos que estar avispados. Yo lo tengo clarísimo, lo tengo pensado para cuando "Corbu" me lo pregunte... me encantaría descansar tumbado en la Eames Lounge Chair, en la residencia Kaufmann, del arquitecto Frank Lloyd Wright, en la casa de la cascada. Para mí eso sería como estar en el cielo, el cielo de los arquitectos.
 
 
 
Espero que hayan disfrutado leyendo este post tanto como yo escribiéndolo. Un saludo.
 
@ruymangsicilia