martes, 13 de junio de 2017

El chiringuito

“Yo tengo un chiringuito, a orilla de la playa. Lo tengo muy bonito y espero que tú vayas.
El chiringuito, el chiringuito, el chiringuito, el chiringuito.
Las chicas en verano, no guisan ni cocinan, se ponen como locas si prueban mi sardina.
El chiringuito, el chiringuito, el chiringuito, el chiringuito”.

Qué maravilla por favor…

Así comenzaba la que fuera la canción del verano en 1988, del compositor y artista del balanceo Georgie Dann. Más de 25 años han pasado desde su lanzamiento y sigue estando de moda, compitiendo con estilos que están pegando fuerte como el reggaetón, el perreo, el electroflow o el merenguetón, lo cual tiene su mérito no crean que no.



¿Hay mejor forma de pasar las horas en verano que estar sentado frente al mar, a la sombra de un toldo, percibiendo un ligero olor a fritanga y con una cerveza bien fría como compañera? Si los hay serán pocos, aunque siempre se puede mejorar así que, ¿porque no mejorar el chiringuito?

Es fácil caer en el error de decir que cualquier container o kiosco de feria que se deposite en el borde de la arena y que venda refrescos es un chiringuito. Así, hasta yo tengo uno y no creo que la definición sea la correcta. Un chiringuito no se resume en un espacio delimitado por cuatro paredes de chapa con unas pocas mesas en el exterior, un chiringuito es algo más, es un lugar de encuentro, es un oasis dentro de la playa, un espacio donde las sensaciones se multiplican.



Recuerdo el primer año de carrera donde uno de mis profesores nos decía que la platanera era un elemento arquitectónico y que en Canarias se le debía dar la importancia que tenía, no solo agrícola, también arquitectónica …la platanera. Un trimestre entero nos tuvo yendo a Galdar (un pueblo de Gran Canaria) a dibujar las plataneras desde todas las perspectivas posibles, incluidos los “horcones” y plátanos si los hubiera. Pues en este caso, y haciendo caso a mí profesor, un chiringuito también es un elemento arquitectónico.

Después de esta breve anécdota decirles que yo al chiringuito le doy la importancia que realmente tiene y no lo veo como un simple dispensador de calamares a la romana y sangría. No deja de ser un espacio que sirve de desconexión dentro, a su vez, de otro espacio de desconexión como es la playa, algo que podría ser incongruente pero agradable, al fin y al cabo. El lugar ideal para relacionarse y disfrutar de los amigos y de la familia… en algunos casos.



Como todo en la arquitectura, es fundamental que este espacio de recreo tenga relación directa con el entorno, con la naturaleza, con la playa y con el mar, sin dejar de olvidar la funcionalidad para que dichos espacios son usados, no solo por el público en general, sino también por los propios trabajadores. Como decía una compañera mía, “hay que hacerse con el lugar”.

La conexión entre un plato de berberechos y su procedencia se debe potenciar en el chiringuito. El poder ver y sentir el mar mientras disfruta de ese manjar multiplica por cinco la sensación de regocijo y deleite, porque no es lo mismo tomarte algo en esta situación, que mirando una cocina con unas condiciones de higiene perfectamente mejorables.



El poder tener un establecimiento totalmente abierto no solo hace que el mismo conecte con el entorno, es proporcionarlo de luz y ventilación, que en la mayoría de los casos se agradece. La transparencia en este tipo de establecimientos no solo la disfruta el cliente, también el usuario de la playa o del paseo marítimo donde se ubique.

Tampoco se debiera caer en el tópico de que un chiringuito nos debe recordar a un lugar paradisiaco del caribe. Nada tiene que ver, ya que se puede disfrutar de los servicios de un chiringuito en San Sebastián sin tener que ponerle hojas de palmera en la cubierta como si fuese la cabaña de Robinson Crusoe. Volvemos a lo mismo, el lugar es el que define y moldea el elemento arquitectónico, con materiales que no desentonen ni creen falsas expectativas.



El uso que puede tener el establecimiento no tiene porqué ser exclusivo, pudiendo crear un espacio multifuncional que albergue diferentes propuestas culturales, deportivas o de ocio, aprovechando su localización única, privilegiada y, en muchos casos, aislada.

La arquitectura del chiringuito debe pensarse desde un punto de vista sostenible, funcional y de sensibilidad con el entorno. En la mayoría de los ejemplos que nos encontramos no se han tenido en cuenta dichos factores y si otros que nada tienen que ver como son la rapidez, el ahorro económico y la ocupación excesiva de superficie para poder absorber más y más clientes sin explotar realmente las capacidades que este tipo de edificaciones tienen.



Espero que hayan disfrutado leyendo este post tanto como yo escribiéndolo. Un saludo.

@ruymangsicilia